Crítica de "La estrella que perdí": Mirta Busnelli y Anita Pauls en el espectáculo de la vida

LLa trama de la película nos sumerge en la vida de Norma Reyes, una icónica actriz cuyo renombre es innegable y cuya dedicación al arte escénico es incuestionable. Sin embargo, en este momento la encontramos en un punto crítico: inmersa en los ensayos de una obra teatral comercial, donde comparte escenario con una joven actriz en ascenso, carente de talento pero envuelta en popularidad. Este proyecto, lejos de inspirarla, parece socavar su espíritu creativo. Mientras lucha por hallar significado en su trabajo, Norma se enfrenta también a los desafíos de la edad y al temor a la soledad, exacerbado por la inminente mudanza de su hija Celeste (Anita Pauls), quien hasta ahora ha sido su compañía constante junto a la empleada doméstica (Susana Varela).

La maestría de Brennan se manifiesta en la manera en que captura la dualidad entre la luminosidad del escenario y la oscuridad de los conflictos internos. Los planos cortos y la ambientación con tenue iluminación crean una atmósfera envolvente, casi onírica, que refleja el turbulento mundo emocional de Norma. En este sentido, la interpretación de Mirta Busnelli como el alter ego fatídico de Norma es sencillamente notable, otorgando a su personaje una profundidad emocional que traspasa la pantalla.

La estrella que perdí no es simplemente una película, es un homenaje a la pasión, al sacrificio y a la lucha constante por mantener viva la llama del arte. A través del personaje de Norma Reyes/Mirta Busnelli, Brennan nos invita a reflexionar sobre la naturaleza efímera del éxito y la importancia de encontrar significado más allá de los reflectores. Es una película que trasciende los límites de la pantalla y llega directamente al corazón del espectador.